Con los restos de una bolsa de leche de Dios sabe cuándo, un poco de azúcar y un sobrecito de Nescafé, me las ingenié para un postrecillo de caramelo. Es rico, y te salva ese postre que es tan necesario como rico.
Un caramelo, como fondo, mientras se hace el coso...
No se ve, pero pateo gatos mientras revuelvo.
La idea funcionó. Cuando enfríe, se mezclará. El cafecillo va por arriba, para que tenga un poco más de espíritu invernal.
Voilá! Listo para enfriar.
No es mucho, pero es lo que hay. Nada mal para un sábado al medodía, no...
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